lunes, 21 de octubre de 2013

Vacíos en el estómago


 

Escribirte es la hipérbole de nosotros.


Podría colgarme del cielo, más fácil sería colgarte a ti; el cielo no quiere ningún adorno.

Tal vez la lluvia es la voz del cielo, tal vez la huida frenética que tiene sobre la tierra; no es azul, es la luz. 
Caerte, verte, besarte, creerte, crearte aparte ¿encontrarte? Dividirte en partes y dejarte al volante. Un accidente ocasionado que las hace despertar; Mariposas en el estómago, vacíos ansiosos revisten el producto y lo hacen el más guapo. Algunos modelos ya vienen mudos de fábrica, para no arruinar el indumento, condimento. No eres tú soy yo.

Iluminarte más allá de los colores, cambiarme los esquemas, ponerle luz a tus ojos, encharcar la esquina de los huecos. El boleto con destino a donde no eres ¿importa?.

Viciosas desvestidas, exprimiendo lo que quieren ver, se aparean con los calcetines puestos.
Podría bostezar al verte, podría. Dibujar latidos sobre el suelo y arrastrase sobre el ¿cosas que hacen los amantes? lo vivido y el sazón, unas cuantas memorias falsas. También puedo ser tu único lugar en el mundo, el combustible de las tuercas. No eres tú soy yo.

¿Cuánta hambre tengo? Lo que pesa es el vacío, mariposas en el estómago, dulce vacuidad. Inventarte y otras vanidades; el veneno que fascina. 


Digerirte para liberarme de mi y escribirte como el, así sin tilde; por que cuando aletean parece que están llorando.